AGUA PIXELADA

lunes, mayo 01, 2006

Articulo: Lo que nunca se contó sobre la Industria

Normalmente suele situarse a las discográficas en el ojo del huracán cuando necesitamos descargar nuestra ira fruto de las injusticias y calamidades de la industria discográfica. Y, aunque éstas no sean santas ni mucho menos, las discográficas no son realmente las causantes de esas grandes desdichas que puedan llegar a sufrir los artistas profesionales o el público como consumidor de su arte. Hay otros organismos intermediarios que participan de manera mucho más determinante aunque sus acciones pasen más desapercibidas.
Esos organismos son los causantes de los altos precios de los discos o de que éstos no se encuentren en las tiendas cuando deberían. Probablemente los dos factores más importantes que afectan a la intención del consumidor a la hora de comprar, pues por una razón u otra, éste puede bajárselo de Internet o comprar otro disco que sí esté en la tienda aunque no fuera el que en un principio tenía pensado comprar.
Para conocer todo este tipo de averiguaciones nos hemos puesto en contacto con L.E. Flaco, gran conocedor tanto de la parte artística como de la discográfica, pues además de tener un nombre archiconocido en el underground madrileño como Mc, también tomó la decisión hará un tiempo de formar una disquera independiente.
Él, como muchos artistas, desean en menor o mayor medida tener el máximo control posible sobre su obra artística, no sólo en la parte musical, sino también en la relacionada con la fotografía y el diseño, así como del master (lo que viene siendo la grabación, la mezcla y la masterización). Algo que aparentemente no parece muy difícil de conseguir siempre y cuando las condiciones sean aceptables para la discográfica, que es quien va a respaldar económicamente el producto artístico, y quien se va a encargar de todos los trámites legales y burocráticos posibilitando que el producto llegue a una distribuidora. Quien ya, en última instancia, hará llegar el producto a las tiendas.

ASÍ LAS COSAS, RECAPITULEMOS:
Un artista tiende por naturaleza a desconfiar de una empresa que en la mayoría de las ocasiones no aprecia del todo su música, y que desde luego no parece tomarse tan en serio como debería un trabajo “tan excepcional” como el que éste ha realizado, para convertirlo en un producto que en teoría va a dar dinero y del que el artista sólo suele recibir el 7%, cuando a la discográfica le ha sido cedido voluntariamente. Y a los ojos del mercado no es más que un títere que convierte sus quejas y acusaciones en sonrisas cuando ve su disco en la estantería de una tienda. Sabe que el verdadero dinero viene de los conciertos y que intentar cambiar esa realidad es darse de cabezazos contra el muro.

Una discográfica (pequeña, pues son las que trabajan con el 95% de los artistas de Hip Hop nacional) suele empezar el por el ideal de impulsar artistas más o menos allegados en el terreno personal y cuya música creen que se merece estar en lo más alto. Eso cambia cuando nos damos cuenta de lo difícil que es realmente sobrevivir en el mercado con una o dos referencias que en absoluto van a sobrepasar las 2000 copias, por muy allegados que sean y por mucho empeño que pongamos en cuidar todos los detalles de nuestros dos magníficos productos. Y más aún cuando llega la factura…
Un disco que en la tienda nos encontramos a 12€ ha sido vendido por la discográfica a unos 5,20€. Y con ese dinero la disquera debe afrontar: Los royalties de su artista (el porcentaje negociado), la fabricación de los discos (sin olvidar que en este tipo de música fabricamos no sólo cd´s sino también vinilos, siempre deficitarios), el pago de Autores/SGAE, el master (grabación, mezcla y masterización), el fotógrafo, el diseñador y finalmente la publicidad y la promoción (número de copias que vas a regalar).
Visto así ya no parece tan sencillo hacerse de oro publicando un disco de Hip Hop, sino más bien todo lo contrario. Entonces, ¿Cómo sobreviven?
Si cada disco que publiquemos como disquera nos va a dar unos 1000 euros de beneficios (si es que da beneficios) ya podemos olvidarnos del prestigio y de la buena música. Tendremos que publicar todo lo que podamos si queremos sobrevivir, y ver si teniendo algo de suerte con alguno de los artistas suena la flauta.
Esta postura, que en ningún momento intentamos valorar o justificar, es cuanto menos comprensible.

PERO ENTONCES, ¿DÓNDE VA A PARAR EL RESTO DEL DINERO QUE HACE QUE UN DISCO DOBLE SU PRECIO?
Pues como todos los productos, cuantos más intermediarios entre el fabricante y el consumidor, más se encarecen. Lo realmente alarmante del tema que nos ocupa es que los dos últimos intermediarios: Distribuidora y tienda (grande o pequeña), hacen que el disco llegue a unos precios desorbitados, haciéndoles a ellos los principales beneficiarios del producto, siendo a la vez lo que menos trabajo realizan y los que menos dinero están arriesgando, sin contar ya el interés que puedan tener en la obra musical. Paradojas de la vida.

Una distribuidora suele llevar esta carrera de “tener todos los productos que pueda” mucho más lejos que las discográficas, pues las distribuidoras en España se pueden contar con los dedos de una mano, y contratarlas es aparentemente imprescindible, ya que lo que le faltaba a una discográfica pequeña es tener que pegarse con las tiendas de toda la península. Con esta seguridad extiende sus brazos e intenta abarcar y controlar la mayor parte de artistas posibles, sin importar en un principio el pellizco que puedan llegar a llevarse de la venta de sus copias, pues a diferencia de las discográficas, una distribuidora no pierde dinero por el hecho de que un disco con el que trabaje no se venda, en cualquier caso será dinero que no gana. Y en cierto modo esta táctica empresarial, en el sistema en el que nos movemos, puede ser incluso plausible empresarialmente hablando, el problema es que tanto los artistas como las discográficas están sujetas a un clavo ardiendo y dependen enteramente de que el trabajo de las distribuidoras sea el que ellos esperan, cuando la mayoría de las veces, tanto músico como disquera son engañados por su distribuidora, que ya cuenta con artistas favoritos y que en absoluto sitúa entre sus prioridades a nuevos artistas o a pequeñas discográficas.
Normalmente distribuidoras como El Diablo! juegan con este tipo de ventajas. Tú como discográfica contratas sus servicios y ésta tiene la tarea de hacer llegar a las tiendas, desde su depósito, las x copias que hayas hecho del disco de tu artista, pero normalmente sólo el 25% de la tirada sale del depósito metido en las cajas de otros discos más “importantes” no suponiendo ningún tipo de gasto extraordinario para la distribuidora, e ignorando las fechas establecidas en las que el disco debería encontrarse en la estantería. Esto hace que la mitad de ese 25% sean devoluciones y que el resto de copias se pudra en el depósito de la distribuidora. ¿Creéis que con este servicio conseguiréis recuperar el dinero invertido?
Otra opción es la que da la otra distribuidora: Boa, quien además de distribuidora es a la vez discográfica y, siendo bastante comprensible, se preocupará más de la distribución de sus propios artistas que de los que simplemente sacará un pellizco como distribuidora.

Como último intermediario encontramos la tienda, que suele llevarse el 33% del total de la venta del disco, y cuyo margen de perdidas es relativamente bajo, ya que los discos que no venda puede devolverlos a la distribuidora si lo hace en un plazo inferior a 3 meses. Con estos datos sería interesante diferenciar las pequeñas tiendas (que además de los discos, tienes que estar pendientes de la ropa, los accesorios, los botes de pintura, etc.) y los grandes centros comerciales (donde adquieren mejores precios por comprar al por mayor, lo que significa más beneficios, y donde pueden estar más atentos al plazo de devolución de los discos). Así pues se comprende la diferencia entre los precios de una y de otra, ya que en las pequeñas tiendas especializadas suelen ser bastante elevados.

VISTO TODO EL PANORAMA, ¿EXISTE ALTERNATIVA?
Aunque arriesgada y remota, sí. Si realmente quisieras y el público se preocupara por intentar conseguir la música original más barata podría hablar de saltarnos a los dos últimos intermediarios (distribuidoras y tiendas) e intentar vender nuestros discos a esos 5,20€ más gastos de envío desde nuestra página Web como discográfica. Algo aparentemente inalcanzable, pero que sólo depende del consumidor.

Gustavo Bravo